26 de noviembre de 2007

DECLARACIÓN DE CONFAR NACIONAL



“El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán;
La Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo.” (Sal. 85,11)


Como JUNTA DIRECTIVA NACIONAL DE LA CONFAR (Conferencia Argentina de Religiosas y Religiosos) queremos hacer llegar a los familiares de las víctimas y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, nuestra valoración esperanzada frente al avance de la justicia largamente esperada, manifestado en los juicios a los responsables del terror y la violenta represión durante la última dictadura militar; y en estos últimos días, en la sentencia de reclusión perpetua del sacerdote Christian Von Wernich por su participación en secuestros, torturas y asesinatos, delitos de lesa humanidad, durante la mencionada dictadura.

Sólo la Verdad nos hará libres (dice el Evangelio). Una vez más, la Verdad ha salido dolorosamente a la luz, dando paso a la justicia que permite superar la impunidad.

Agradecemos a quienes en estos años, no han dejado de buscar Verdad, Paz y Justicia, de un modo especial a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, a los Hijos, Hermanos, y Familiares de los treinta mil detenidos y desaparecidos, a los Organismos de Derechos Humanos y a muchos más. Nos edifica su constancia y nos enorgullece su paciencia activa y lucha pacífica, sostenida creativamente sin odios ni deseos de venganza; para que se haga justicia y para que “nunca más” nuestro país se vea sumergido en la noche oscura del horror.

Una vez más, pedimos perdón por las veces que, como Iglesia de Jesucristo, no supimos estar cerca de los crucificados y por quienes se han manifestado más en complicidad con los victimarios, que en solidaridad con las víctimas. Con dolor no podemos dejar de reconocer que muchas y muchos, dentro y fuera de la Iglesia, apoyaron, aplaudieron y se favorecieron con la dictadura. Como así también que muchos y muchas se comprometieron, acompañaron, cobijaron y defendieron a las víctimas, algunas/os “hasta el final”, dando sus vidas.

Pedimos al Señor de la Vida y de la Historia que la sangre de los Mártires nos anime a ser testigos comprometidos, viviendo la verdad del Evangelio. Que nos impulse a no pertenecer a ningún sistema injusto de este mundo y a no desentendernos nunca del sufrimiento de ningún ser humano, para que Otra Argentina y Otro Mundo sean Posibles.

Buenos Aires, octubre de 2007.

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